¡Ay, los que llaman al mal bien y al bien
mal!
Lc. 5, 20a
Este artículo a modo de
comentario parte de la realidad que está viviendo hoy nuestro país Colombia. Pues
la polarización está dañando familias, la naturalización de la guerra valida
hoy la muerte y, de manera grave, los caudillismos se convierten en dioses
políticos al estilo del mesías guerrero y poderoso.
El tratamiento que se le está
dando a la política abre la discusión del tipo de paz que se quiere y como se
puede lograr. Y al hacer la relación con el contexto del Jesús Histórico es muy
parecida a nuestra realidad, pues unos quieren una paz con armas, violenta, con
muertes y con venganza; mientras que otros quieren una lucha desde la no
violencia, dialogada y sin más sangre.
¿Por qué pongo a discusión este
tema? Lo hago porque al ver a Jesús y su forma de actuar, nos damos cuenta de
la necesidad de ser profetas hoy, anunciando y denunciando, pero siempre desde
el amor y la misericordia. Si leemos los “Ayes” de Lc. 6, 24-26, son una serie
de advertencias para aquellos que quieren buscar su bien por medio del mal de
los otros, son advertencias que Jesús le hace a los ricos y poderosos para que
cambien su forma de actuar y no sigan cometiendo injusticias en contra de la mayoría
oprimida y victimizada. Estas advertencias, si las queremos ver al estilo del
mesías guerrero, no tendrían ninguna validez, pues para ellos la opresión se
acabará con una gran guerra en la que todos los malos deberán morir. Pues Jesús
no quiere eso, por tal motivo les advierte amorosamente y con un gran sentido
de misericordia hacia aquellos que están por el mal camino.
¿Cuál es el problema que nos
atañe en nuestra realidad Colombiana? Precisamente el modo de actuar en estos diálogos
de paz, unos no quieren que se firme el proceso, pues “la guerrilla es mala y debe ser eliminada, asesinando a todos los
guerrilleros y en el peor de los casos que paguen varios años de cárcel”. Y
hacen ver que esta es la ÚNICA solución, cuando hay otra solución y es mirar
esta situación con los ojos de Jesús. Buscar con amor y misericordia la
transformación de la realidad esperando que los enemigos también se salven.
Algo que he comprendido en todos mis años de acompañar comunidades
victimizadas, es que las víctimas no ven en la opción de la cárcel una solución
real a sus problemas, sino que para ellos, el encontrar la verdad de la
situación y saber por qué les sucedió ese flagelo, y más allá de buscar la
muerte del victimario es que éste cambie su vida.
La situación que permea el
dolor no puede ser la venganza y el revanchismo, sino la esperanza que parte de
la reconciliación y el amor por nuestros hermanos que se habían perdido y queremos
encontrarlos. Este es el verdadero camino que debemos buscar de hoy en
adelante, ver en el guerrillero a un ser humano que está perdido, que asesinó a
muchas personas demostrando que en su corazón solo hay oscuridad, para que
llegue la luz de Dios a su corazón y cambien su vida, se conviertan y se
reconcilien con Dios y con todos los colombianos.
No podemos como cristianos afirmar
que la muerte y la venganza es la única posibilidad, no podemos poner el mal de
la guerra como un bien y no podemos poner el camino de la reconciliación y la
misericordia como un mal, pues Dios no es así, Dios quiere que TODOS sus hijos se
salven y reconstruir esa banquete donde TODOS estamos invitados.
“La verdadera justicia es que tanto víctima
como victimario se salven”